Revista eletrônica de musicologia

Volume IX - Outubro de 2005

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Expectación melódico-interválica en la producción musical:
Un estudio sobre la realidad cognitiva de los principios de implicación melódica en un contexto de producción de música contemporánea.

Fernando Anta, Favio Shifres, Isabel Martinez (Universidad Nacional de La Plata, Argentina)

Resumen
El presente estudio evalúa el poder predictivo de los principios abajo-arriba (a-A) del modelo Implicación-Realización –I-R– (Narmour, 1990, 1992) en una tarea de naturaleza compositiva y en el nivel nota a nota de la estructura musical. Participaron del mismo 15 estudiantes avanzados de composición musical. A cada participante se le entregaron 9 melodías (extraídas de lieder de A. Webern), interrumpidas en puntos específicos de la forma para obtener intervalos implicativos (i-i) (Krumhansl, 1995; Schellenberg, 1996), y se les pidió que compusiesen para cada una de ellas una buena continuación; una de dichas melodías se introdujo como distractor y se la descartó de los análisis posteriores; las 8 restantes presentaban i-i diferentes. Finalmente se les pidió que evaluasen cuán buenas fueron sus realizaciones en conjunto en términos de Interés General (IG). Para cada melodía se tomó y analizó según el modelo I-R la primera nota realizada, con la cual se conformaba el intervalo realizado para el i-i dado. Diferentes técnicas de análisis de resultados dieron soporte al valor predictivo general del modelo (con todos sus predictores actuando conjuntamente), excepto para los i-i más pequeños; así mismo se observó que el predictor RR no tuvo un alcance estadísticamente significativo. Finalmente, se introdujo una correlación por rango de Spearman entre los datos aquí obtenidos y los reportados por Thompson y col. (1997), la cual resultó altamente significativa; esto indicaría, por un lado, que los principios implicativos modelizan los procesos a-A para diferentes momentos de la cognición de la superficie musical; y daría cuenta, por el otro, del amplio espectro de efectividad del modelo I-R, en tanto que la formación musical específica en el dominio de la composición de música contemporánea no afectaría el alcance predictivo del modelo.

Introducción

Expectación y cognición musical. El modelo implicación-realización para la expectación melódica

La expectación musical es un tópico de estudio que ha estimulado fuertemente la investigación, tanto teórica como empírica, cuando menos desde la segunda mitad del siglo XX. En el plano teórico, el mismo se plantea formalmente como objeto de estudio a partir de los aportes realizados por L. Meyer (1956), quien vincula la expectación musical a la formación de respuestas afectivas por parte del oyente frente a la música. A partir de los trabajos realizados por L. Meyer, E. Narmour (1990, 1992) desarrolló su modelo Implicación-Realización (I-R), el cual postula la existencia de dos tipos de procesos de expectación, los procesos bottom-up (abajo-arriba (a-A)), que serían congénitos, y los top-down (arriba-abajo (A-a)), que estarían influenciados por el aprendizaje. Luego, los procesos a-A se proponen como universales, aunque su ingerencia podría verse modificada por la de factores estilísticos aprendidos, i.e., por los procesos A-a de expectación musical (Narmour, 1990).

De acuerdo a Narmour (1990, 1992), dos alturas sucesivas de una melodía forman un intervalo melódico (i-m); los i-m varían en el grado de cierre que expresan. Un i-m que no promueve una sensación de cierre se denomina intervalo implicativo (i-i), y genera implicaciones melódicas. El próximo i-m, formado por la segunda nota del i-i y la siguiente, se denomina intervalo realizado (i-r). El i-r no necesariamente debe satisfacer las implicaciones precedentes; de hecho, las violaciones de las implicaciones producirían efectos estéticos y afectivos particulares (Meyer, 1956; Narmour, 1990, 1992). Así, el modelo I-R describe la cognición melódica como una serie de cierres, implicaciones y realizaciones (Krumhansl, 1995).

Luego, los procesos a-A estarían compuestos por cinco principios gestálticos de organización perceptual: el de dirección registral (DR), que indica que intervalos pequeños ( 5 semitonos (ST)) implican continuaciones en la misma dirección melódica, mientras que intervalos grandes ( 7 ST) implican un cambio de dirección [1]; el de diferencia interválica (DI) que postula que intervalos pequeños implican otros de tamaño similar (del mismo tamaño ± 2 ST si cambia la dirección, del mismo tamaño ± 3 ST si no cambia), y que intervalos grandes implican intervalos más pequeños (cuanto menos 3 ST más pequeños si la dirección cambia y 4 ST si permanece constante); el de retorno registral (RR), que se cumple cuando la segunda nota del i-r es idéntica o similar (± 2 ST) a la primera del i-r; el de proximidad (PR), según el cual el tamaño del i-r será 5 ST; y el de cierre (CI) que se cumple cuando hay un cambio de dirección, un movimiento hacia un intervalo más pequeño, o ambas situaciones a la vez [2]. El modelo así planteado tiene la ventaja de estar distribuido en variables cuantificables y, finalmente, empíricamente testeables (Krumhansl, 1995).

Antecedentes en la investigación. Testeos del modelo I-R de expectación melódica

Estudios recientes han retomado los aportes hechos por L. Meyer, indagando sobre los factores intervinientes en la expectación durante la audición. Dichos estudios han señalado que la misma estaría influenciada por patrones rítmicos o métricos (Jones, 1990), la estructura armónica y las jerarquías tonales correspondientes (Pineau y Bigand, 1997; Bigand y col., 1996), y por la estructura melódica y el tamaño de los intervalos melódicos (Schellenberg, 1996; Krumhansl, 1995; Cuddy y Lunney, 1995); estos últimos estudios han sugerido que tanto los procesos a-A como los A-a propuestos por el modelo I-R tienen un alto poder predictivo para describir los procesos perceptivos mediante los cuales los oyentes juzgan las alturas que continúan a un i-i.

Estudios tendientes a evaluar la ingerencia de la expectación en dominios netamente productivos han sido reportados por Carlsen (1981), Unyk y Carlsen (1987) y Thompson y col. (1997).

Carlsen (1981) presentó 25 intervalos diferentes como las dos primeras alturas de una melodía a un grupo de cantantes con educación formal de Estados Unidos de América del Norte, Alemania y Hungría, pidiéndoles que canten la nota que les parecía podría continuarlas. Unyk y Carlsen (1987) usaron un procedimiento equivalente sólo con músicos de los Estados Unidos. Los investigadores relevaron luego la frecuencia con la que fueron cantadas las distintas alturas de continuación. Si bien los estudios de Carlsen y Unyk no fueron intencionalmente diseñados para testear el modelo I-R, el diseño empleado puede considerarse un medio valioso para hacerlo (Thompson y col., 1997); esto ha sido respaldado por Schellenberg (1996), quien reanalizó los datos provistos por Carlsen (1981) y Unyk y Carlsen (1987), encontrando que todos los predictores del modelo I-R fueron significativos para su análisis.

Thompson y col. (1997) realizaron una investigación en la que testearon el modelo I-R en una tarea de naturaleza compositiva. Los autores trabajaron con dos grupos de sujetos (con diferentes niveles de experiencia musical), pidiéndoles que compusieran una continuación para las dos alturas (i-i) que ellos les entregarían y que deberían considerar como las dos primeras de una melodía. Luego, analizaron la primera altura de cada realización (con la cual se conformaba el i-r) para estudiar el grado de acuerdo de las realizaciones de los participantes con cada uno de los principios a-A del modelo I-R. Con excepción del predictor RR para los músicos con mayor formación, cada principio fue realizado con una frecuencia significativamente más alta que lo esperado por azar, lo cual da soporte al valor predictivo global del modelo. Finalmente, Thompson y col. estudiaron cuán bien los predictores combinados predecían los patrones de respuesta así como también la independencia de dichos predictores. Para ambos grupos de sujetos todos los principios tuvieron un poder predictivo significativo, siendo DR el más sólido; así mismo, se observó que un 13% de los datos pudieron haber sido sopesados por más de un predictor.
El presente estudio continúa la línea de investigación desarrollada por Thompson y col. (1997). Sin embargo, el diseño aquí empleado se diferencia de aquel utilizado por dichos autores al menos en tres aspectos: i) por proveer a los sujetos de todo un fragmento musical como insumo de la tarea, con lo cual se testea el modelo I-R en un punto diferente de una estructura melódica dada, un punto ya avanzado de la misma. Esto supone la posibilidad de evaluar si el poder predictivo del modelo se ve afectado por la estructura específica del discurso musical, i.e., por los conocimientos intra-opus que los sujetos pueden extraer de un fragmento musical dado; ii) por trabajar con materiales extraídos de productos musicales, lo cual otorga al diseño mayor validez ecológica al ser musicalmente más representativo (Krumhansl, 1995); y iii) porque se trabaja con un grupo de estudiantes de la Facultad de Bellas Artes –Universidad Nacional de la Plata (UNLP)- alumnos de la Lic. en Composición Musical, carrera de grado fuertemente orientada a la producción de música contemporánea. Esto supone la posibilidad de evaluar la validez de los supuestos del modelo en una población de compositores de dichas músicas.

Objetivos

El primer objetivo del presente estudio fue evaluar el alcance predictivo del modelo I-R en los aspectos en que este modeliza la cognición musical a partir de los procesos a-A de expectación, en relación con la superficie musical (i.e., el nivel nota a nota del discurso melódico), y en el contexto de la producción de música contemporánea. El segundo objetivo fue evaluar el poder de los predictores del modelo I-R de manera independiente.

Método

Participantes
Participaron del trabajo 15 estudiantes (N=15) avanzados de la carrera Lic. en Composición, dictada en el Dto. de Música de la Facultad de Bellas Artes (UNLP). Los mismos se encontraban cursando el 4to año de dicha carrera y contaban con 5 años o más de estudios musicales formales. Todos contaban con experiencia en la ejecución en teclado.

Materiales
Se utilizaron 9 fragmentos musicales tomados de Lieder compuestos por Anton Webern (1921, 1923, 1924). Las melodías, originalmente para canto, pertenecen al período pre-serial del compositor (Op. 3, Op. 4 y Op. 15), de manera que son atonales pero no seriales, lo cual podría haber interferido con la prueba dada la alta predeterminación de la técnica serial. Las mismas fueron interrumpidas en un punto interno de sus estructuras que cumpliese con las condiciones necesarias para obtener i-i [3]. Uno de los fragmentos se introdujo como distractor para disminuir posibles efectos de halo entre los i-i resultantes, y se lo descartó de los análisis posteriores; presentaba una interrupción sobre una 5ta dism. Para los fragmentos restantes, utilizados también por Krumhansl (1995) y Schellenberg (1996) en sus estudios sobre expectación musical en el dominio de la audición, los i-i obtenidos fueron los de 2da m, 3ra M, 6ta m (o su equivalente, la 5ta aumentada) y 7ma M, tanto en sus formas ascendente como descendente (Figura 1).

Figura 1. Fragmentos melódicos utilizados para el análisis de resultados, tomados de Lieder de A. Webern.

Procedimiento
Se les pidió a los participantes continuar las melodías en la forma en que ellos, como compositores, considerasen más conveniente para establecer una buena continuidad; la noción de buena continuidad se definió como una buena conducción de la línea, de manera tal que no se produjera una ruptura o discontinuidad entre la última nota dada y la primera realizada (n.r.). Las melodías, anotadas en una partitura, fueron provistas de a una por vez en un orden aleatorio y distinto para cada sujeto. Se les proveyó de un teclado Roland E-16 (modo Piano 1 -número 11-) para tocarlas y escucharlas, probar posibles continuaciones, y favorecer un desarrollo enactivo de la tarea; se les alentó a tocar todo lo que deseasen probar. Se les informó que el interés estaba en lograr que la primera n.r. promoviese, de la manera en que ellos considerasen más conveniente, la continuidad de la línea, permitiéndoseles sin embargo generar un pequeño fragmento melódico de continuación, de manera tal de reducir la distancia que podría existir entre la tarea experimental y su actividad compositiva cotidiana. Cuando finalizaron la tarea se les pidió que evaluasen cuán interesantes consideraban que habían sido sus realizaciones; estas mediciones se rotularon como Interés General (IG). Cada sesión duró aproximadamente 70 minutos.

Resultados

Se analizó la primera n.r. y el i-r de las producciones finales proporcionadas por los participantes para cada i-i dado. Con los datos recolectados se evaluó el poder predictivo general de los principios del modelo I-R actuando en conjunto. Para esto se convirtió cada principio en una variable codificada; la codificación empleada fue la propuesta por Krumhansl (1995), normalizándose la escala de medición para todos los principios. Se calculó el puntaje total otorgado por el modelo a cada i-r por cada sujeto; se tomó la media de puntuación obtenida por cada sujeto para los ocho i-r y se la comparó con los valores de IG proporcionados por los sujetos para sus realizaciones. Para esta operación se efectuó un Test t para muestras pareadas. No se observaron diferencias significativas entre unos y otros valores.
Para un análisis más detallado de la información, los resultados obtenidos mediante la cuantificación de los predictores se analizaron por separado para cada i-i dado. Para esto se realizó un Test t que comparase las puntuaciones otorgadas por el modelo I-R a cada i-r por cada sujeto para cada i-i con la puntuación esperada por azar tomada como valor testigo. Los resultados, indican que los i-r por los sujetos para cada i-i obtuvieron una puntuación significativamente superior a la esperada por azar, excepto para los i-i más pequeños, los de 2da m (Ver Tabla I).

Intervalos implicativos dados

Ascendentes Descendentes
2da menor n.s. 2da menor n.s.
3ra mayor* 3ra mayor ***
6ta menor *** 6ta menor *
7ma mayor *** 7ma mayor***

Significancia estadística para el Test t:
* P < 0.05, *** P < 0.001

Tabla I:

Luego, se calculó el porcentaje de las n.r. que concordaron con cada uno de los predictores del modelo I-R; el predictor CI se dividió en sus dos componentes. Dichos porcentajes se contrastaron con los esperados por azar en el rango de dos octavas estimados por Thompson y col. (1997). La prueba de Ji cuadrado aplicada por separado para cada predictor indica que, con la excepción del principio de retorno registral, todos los predictores fueron realizados un número de veces significativamente mayor que el esperado por azar (Ver Tabla II).

Porcentaje de realizaciones que cumplen con cada principio implicativo del modelo I-R

Principios Implicativos

Porcentajes obtenidos por los sujetos Estimación de porcentajes esperados por azar
Dirección Registral 66,00** 50,00
Diferencia Interválica 61,66** 47,00
Retorno Registral 20,80 n.s. 20,00
Proximidad 70,80** 44,00
Cierre (cambio de dirección) 66,00** 52,00
Cierre (movimiento hacia un intervalo más pequeño) 63,33** 21,33

Significancia estadística para Ji cuadrado: ** p < 0.01
Nota: los porcentajes esperados por azar fueron tomados de Thompson y col. (1997).

Tabla II

Finalmente, dado que se observó que los porcentajes de realización de los predictores del modelo I-R por los participantes del presente estudio fueron semejantes a los reportados por Thompson y col. (1997) para los músicos con mayor nivel de formación musical, se realizó una correlación por rango de Spearman entre las respuestas dadas por uno y otro grupo para evaluar si eran similares. Los grupos de sujetos mostraron una correlación altamente significativa (p < 0.001).

Discusión

Los objetivos del presente estudio fueron los de evaluar la validez predictiva del modelo I-R (Narmour, 1990, 1992) de expectación melódica en tareas de naturaleza compositiva. Si bien se utilizó un diseño experimental similar a los utilizados en otras investigaciones en expectación musical (Thompson y col., 1997; Schellenberg, 1996; y Krumhansl, 1995), se procuró lograr una validez ecológica suficiente como para generar un entorno que redujese la distancia que podría existir entre la sesión experimental y la actividad compositiva cotidiana desarrollada por los participantes. Así, se propuso una tarea que cumpliese con los diferentes atributos de la práctica compositiva identificados por Younker (2002) y se tomaron por materiales fragmentos musicales reales. Si bien algunos participantes comunicaron que una producción más lograda requeriría más tiempo y dedicación, ninguno informó estar incómodo con la tarea planteada.

El análisis realizado para evaluar el poder predictivo general de los principios del modelo I-R actuando en conjunto no arrojó diferencias significativas entre los valores que el modelo otorgó a los i-r por los sujetos y los que estos les adjudicaron como IG. Esto sugiere que los principios propuestos por el modelo I-R tendrían un poder predictivo global sobre las tareas de producción melódico-interválica. Sin embargo, es probable que la medida IG otorgada por los participantes no resultara descriptiva de la buena continuidad provista por la n.r. sino de la calidad de la realización en general.

La diferencia significativa observada entre las puntuaciones que obtuvieron los sujetos para cada i-i y la que el modelo I-R cuantificado otorga esperada por azar valida el poder predictivo general del mismo, excepto para los i-i más pequeños, los de 2da m. Esto sugiere, por un lado, que los principios implicativos propuestos por el modelo I-R tienen un poder predictivo significativo para la mayoría de los i-i en una tarea de producción de música contemporánea; y, por el otro, que al menos uno de los predictores del modelo I-R no es efectivo para los i-i más pequeños. Estos resultados concuerdan con los informados por Cuddy y Lunney (1995) quienes observaron que el predictor DR sólo era efectivo para los i-i grandes, ya que los i-i pequeños no implicaron dirección registral alguna.

Los resultados obtenidos del análisis por separado de cada principio validaron el alcance predictivo de los mismos, excepto para el predictor RR. Estos resultados se corresponden con los reportados por Thompson y col. (1997) para el grupo de sujetos con mayor formación musical, lo cual podría indicar que dicho predictor tal y como es propuesto por Krumhansl (1995) no es eficiente para predecir las tareas de producción musical que implican generar continuidad melódica. Sin embargo, esta situación podría explicarse atendiendo al hecho de que el alcance predictivo del principio retorno registral implica el cierre de la estructura involucrada, dando lugar a figuras arquetípicas del tipo aba o aba' (Narmour, 1992). En este sentido, el predictor sugiere el final de un diseño y no la continuidad del mismo, con lo cual su rol está en contradicción con la tarea demandada tanto a los participantes del presente estudio como a los del de Thompson y col. (1997). Esta discrepancia entre la idiosincrasia del predictor RR y la de la tarea solicitada podría ser la causa por la que el mismo no fue significativamente efectivo para predecir las realizaciones. Sintomáticamente, Krumhansl (1995) informa que el predictor RR debería ser modificado para incluir rangos más amplios de diferencias de alturas. Los resultados aquí obtenidos dan soporte a dicha propuesta.

Finalmente, la correlación observada entre las frecuencias de realización de los predictores del modelo I-R por los participantes del presente estudio y las reportadas por Thompson y col. (1997) para los músicos con mayor formación musical indicaría que el poder predictivo del modelo no necesariamente se ve afectado por la estructura específica del discurso musical, i.e., por los conocimientos intra-opus que los sujetos pueden extraer de un fragmento musical dado. Así mismo, la correlación entre las muestras de uno y otro estudio, provenientes de poblaciones socio-culturales diferentes, podría dar soporte a la hipótesis propuesta por Narmour (1990) según la cual los procesos a-A implicarían facultades cognitivo-perceptuales innatas y universales, a modo de un código genético de procesamiento de la altura. Sin embargo, Pearce y Wiggins (2004) han puesto de manifiesto que los resultados favorables obtenidos por las diferentes investigaciones que han sometido a prueba al modelo I-R pueden deberse al hecho de que la expectación melódica podría ser el resultado de un aprendizaje estadístico por inducción de regularidades tanto intra como extra-opus de las músicas a las que los sujetos están expuestos. En este sentido, los patrones de expectación aquí reportados podrían ser explicados de manera más parsimoniosa como estructuras cognitivas resultantes de la interacción entre mecanismos de aprendizaje innatos y las estructuras de las músicas producidas y/o circulantes en una cultura dada, en este caso, la música contemporánea occidental, la cual conforma un repertorio frecuente para los participantes del presente estudio.

Conclusión

Los resultados obtenidos en el presente estudio indican que los principios implicativos propuestos por el modelo I-R para la expectación melódico-interválica en el nivel de la superficie musical tendrían, considerados en su conjunto, un poder predictivo significativo en tareas de producción de música contemporánea como las aquí reportadas, excepto para los i-i más pequeños. Luego, el análisis por separado de cada principio validó el alcance predictivo de los mismos, excepto para el de retorno registral, lo cual podría explicarse por la discrepancia existente entre la idiosincrasia de este último y la de la tarea solicitada a los participantes; estudios posteriores deberían avanzar sobre la posibilidad de introducir en dicho predictor -y/o, de resultar pertinente, al modelo en general- las modificaciones necesarias a los efectos de potenciar su poder predictivo frente a las tareas de producción. Finalmente, la correlación observada entre los datos aportados por los participantes del presente estudio y aquellos equivalentes reportados por Thompson y col. (1997) indicaría, por un lado, que los principios implicativos modelizan los procesos a-A para diferentes momentos de la cognición de la superficie musical; y daría cuenta, por el otro, del amplio espectro de efectividad del modelo I-R., en tanto que la formación musical específica en el dominio de la composición de música contemporánea no afectaría el alcance predictivo del modelo.

Agradecimientos
A la Lic. Paula C. Reggiani, INIBIOLP -UNLP- y al Dr. Ricardo Maronna, Dto. de Matemáticas, Fac. de Cs. Exactas -UNLP-, por haber brindado su importante y desinteresada colaboración en el análisis estadístico de los datos del presente estudio.

Referencias

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Pineau, M. & E. Bigand. Effet des structures globales sur l’amorçage harmonique en musique. L’Année psychologique 97 (1997): 385-408.

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Younker, B. A. 2002. Critical thinking. In The handbook of research on music teaching and learning, eds. R. Colwell, & C. Richardson, 162-170. New York, Oxford University Press.

Notas

[1] El intervalo de 6 ST es considerado un umbral en el que las fuerzas de los procesos implicativos resultan semejantes (Krumhansl, 1995).

[2] Cabe señalar que los cinco principios arriba señalados no fueron enunciados explícitamente por E. Narmour, pero cuentan con su aval como representativos del modelo I-R (ver Schellenberg, 1996).

[3] Para una descripción breve pero detallada de dichas condiciones véase Krumhansl (1995).


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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